jueves, 21 de julio de 2011

Chopin: Scherzo N° 2



Camile Pleyel, además de genial fabricante de pianos, era un excelente pianista, al punto de que Chopin llegó a decir de él: "Hoy existe un solo hombre que sabe interpretar a Mozart y éste es Pleyel!". Se conocieron alrededor del año 1832 en París y su amistad durará toda la vida. Consciente del genio de Chopin, apenas lo conoció, Pleyel le proporcionó no uno sino dos pianos: un gran piano de concierto que dominaba el pequeño salón del departamento de Frédérik en París y un pianino negro para sus clases. En dos ocasiones le cambió el piano por uno nuevo, primero en 1840 y luego en 1848, con Frédérik ya muy enfermo, en la antesala de la muerte. El amigo Pleyel llegó al extremo de enviarle un piano a Mallorca mientras Chopin pasaba allí una corta temporada junto a la escritora George Sand.

Por todo esto, no es de extrañar que el piano que Chopin eligió para la señorita Maria Wodzinska, por allá por 1835, haya sido de la casa Pleyel.

Maria tocará todos los días de su vida en este piano, no separándose jamás de él. Incluso se lo llevó a Florencia, adonde se fue a vivir después de casarse con el
administrador de sus tierras, luego que fracasara en su
primer matrimonio con un tal conde Joseph Skarbeck, "un conde, buen muchacho y vecino de campo" que según palabras de un biógrafo de Chopin, resultó ser un "degenerado" y de quien Maria se divorció por "falta de consumación del matrimonio".


Scherzo N° 2, Opus 31 en si bemol menor
Compuesto y publicado en 1837, el año primero de la esperanza, luego del desencanto y finalmente del abandono de Maria, es el más popular de los cuatro scherzos que compuso Chopin. Su idea de esta forma musical es completamente nueva. Habitualmente corresponde a un movimiento de una pieza más larga, digamos, una sonata, y está destinada a separar, por ejemplo, el allegro del adagio, o bien uno de éstos del final de la pieza.
En italiano la palabra significa juego, y por ello, la palabra es también empleada en las indicaciones de tempo o disposición anímica con que debe tocarse un trozo, anotándose scherzando si se pretende que el trozo se interprete algo juguetonamente.
El scherzo de Chopin es distinto. En primer lugar es una pieza única y poco tiene de juguetona. Si son juegos, lo son aterradores, "son danzas afiebradas, alucinantes".  De naturaleza ternaria (tema, 2° tema, vuelta al primer tema), su estructura rítmica es de 3/4 y su velocidad presto (muy rápido).

La interpretación de Zimerman es insuperable. Por eso lo he elegido, pese al final abrupto del video. En verdad, después de la última nota alta que se escucha, no hay más música. Eso es todo. Lo único que se echa en falta es el silencio posterior, aliado inseparable en la experiencia de escuchar música.



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